miércoles, 26 de agosto de 2009

La Brisa

Primero un pie, después el otro. Abrís los brazos y mientras sentís la brisa sobre tu rostro, contemplas la inmensidad. La altura ayuda, hamacas un poco tu cuerpo. Sentís como un fuego de liberación te invade. Te acercas al borde. Solo parado con tus talones desafías al destino, crees que eso es suficiente para demostrarle que tendrías el coraje. Justificas tu miedo con retroceder y siempre con la vista al frente descendes lentamente de ese peldaño.

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