miércoles, 26 de agosto de 2009

La eternidad del encuentro

Cada segundo es eterno. Mis pensamientos se mezclan al igual que mis sentimientos. Tristeza, odio, amor, decepción, incomprensión y también rencor…
No puedo liberar mi mente ni siquiera un segundo. Camino entre cuatro paredes, acelerado, angustiado. Me cuestiono, que hacer? que decir? Imagino conversaciones integras y con sus respuestas y justificativos. Vuelvo a la ventana, contemplo el atardecer. Quiero llorar pero hoy las lágrimas no vienen a mí.
Porque?
Cuantas preguntas sin responder. Llega ella, su cara es como la de siempre. No lo espera. Lo buscaba?
Junto con ella llego el fin.

La Brisa

Primero un pie, después el otro. Abrís los brazos y mientras sentís la brisa sobre tu rostro, contemplas la inmensidad. La altura ayuda, hamacas un poco tu cuerpo. Sentís como un fuego de liberación te invade. Te acercas al borde. Solo parado con tus talones desafías al destino, crees que eso es suficiente para demostrarle que tendrías el coraje. Justificas tu miedo con retroceder y siempre con la vista al frente descendes lentamente de ese peldaño.

Sonrisas!!!

Te sentís raro, triste por decirlo de algún modo. Sentado en un café miras gente pasar. Cada niño que pasa roba de ti una sonrisa. Sonreís, sinónimo de felicidad. Recordas tu angustia y entristeces tu rostro nuevamente. Otro niño pasa frente a ti, va de la mano de su madre. Solo te mira, serio, hasta diría que triste. Al llegar a la distancia en la que su cuello ya no le permite observarte, vuelve la mirada a su madre. Pero antes te regala su sonrisa como si te entendiera y te pidiera sonreír con el. Lo haces y esta vez no pensas en tu angustia, solo en el niño. En vos cuando eras niño. Volves a sonreír y pensas…